domingo, 15 de mayo de 2011

MARIO BENEDETTI : EL COMPROMISO LITERARIO

El próximo 17 de Mayo hará dos años que un gran escritor dejó de estar entre nosotros. El año pasado me invitaron a dar una ponencia dentro de la Tertulia literaria en la que participo y elegí este autor como motivo de mi ponencia.

Mario Benedetti fué un escritor prolífico que abarcó casi todos los géneros literarios : gran poeta, gran novelista, excelente cuentista, dramaturgo, escritor político, mordaz humorista, brillante ensayista, intelectual comprometido en todos los sentidos.
La característica que da unidad a su obra es la llamada "vocación comunicante", el propio autor la definió como "el interés por establecer un clima en el que el lector se sienta parte de un diálogo con el autor desarrollado en un plano de confianza mutua y recíproco aprendizaje".
De su obra, quizás lo que más he conocido y disfrutado fué su faceta como grandísimo poeta.
"En este mundo hay tan poquitas cosas/ capaces de endulzarle a uno la vida/ digamos la esperanza amanecida/ ó la lluvia que brilla en las baldosas/ me gusta la constancia de las rosas/ que nunca dan su espina por perdida/ y también la tristeza repetida/ de las palmas tan solas y orgullosas/ pero no hay nada tan profundo y leve/ como el alma y el vértigo y los labios/ de esa mujer que al verla nos conmueve/ para ser alguien entre cielo y suelo/ y salvarse del odio y sus resabios/ nada como el amor y su consuelo."     (La vida, ese paréntesis, 1998)
Fué un poeta grande por su sencillez y su cercanía, admirador del gran Antonio Machado, de quien reconocía su "obsesión por hablar claro" como una de sus virtudes.
Asimismo fué honesto y consecuente, comprometido en lo artístico : con la calidad estética de su obra, y comprometido con ese prójimo que era su lector y hacia el cual demostró su complicidad, como una estrategia que propiciara el establecimiento de un vínculo afectivo del lector hacia su obra.
En un ensayo de 1967 sobre Rubén Darío, Benedetti planteaba que la prueba infalible que nos permite reconocer a los grandes creadores es que "estos nos conmueven, en el intelecto ó en la entraña, y al conmovernos, nos cambian, nos transforman".
"El autor no lo hizo para mí/ yo tampoco lo leo para él/ yo y el libro nos precisamos mutuamente/ somos una pareja despareja/ el libro tiene ojos tacto olfato/ hace preguntas y hace señas/ puede ser una esponja que me absorbe/ ó un interlocutor vacío de prejuicios/ (...) el libro me provoca/ me arranca confesiones/ y yo le pongo notas en los márgenes/ (...) yo sólo quiero descifrar el libro/ y quedarme en su vida hasta mañana"
Ninguno de sus lectores se olvidará de él, tampoco se olvidaron de llenar de rosas, flores y boligrafos el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo como último adiós y último tributo. Descanse en paz un gran hombre y uno de los mejores autores de este siglo.

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